Las falsificaciones salen mucho más caras de lo que creemos. Calzado, ropa, juguetes, perfumes, medicamentos, electrónica, bebidas, etc. … cualquier producto falsificado genera importantes pérdidas económicas y disminuye nuestros derechos como consumidores, que no podemos reclamar sobre ellos garantías o devoluciones. Algunos de ellos, al no estas adscritos a los estándares de calidad y sanitarios pertinentes, incluso pueden llegar a ser peligrosos para la salud.

Las cifras al respecto son más que significativas: el informe de la Oficina de Propiedad Intelectual Comunitaria (EUIPO) publicado en junio de 2018 revela que las falsificaciones pueden restar casi el 8% de las ventas al mercado legal, cifra que se traduce en la pérdida de más de 400.000 puestos de trabajo y de alrededor de 60.000 millones de euros anuales.

¿Por qué deben destruirse los productos falsificados?

Según la RAE, una falsificación es un producto falseado o adulterado.  A nivel legal, una falsificación es la utilización de una marca registrada en la fabricación de un producto sin el consentimiento del titular de la misma.

El mercado de las falsificaciones es muy amplio. Abarca artículos de todo tipo, desde alimentos a medicamentos pasando por productos de tecnología, perfumería, cosmética e incluso de limpieza. El principal de inconveniente de este género es que no cumple con los estándares de fabricación ni de las marcas, ni de las instituciones y organismos reguladores. De ahí que, a veces, puedan generar problemas de salud de distinta índole a los consumidores finales.

Tanto la legislación nacional como europea son muy claras al respecto: los productos falsificados deben ser destruidos o entregados a beneficencia. En la mayoría de los casos, debido a lo dudoso de su origen y a la falta de datos de fabricación, se opta por lo primero.

Únicamente en los productos textiles y juguetes que cumplan con las condiciones de seguridad y salud en su fabricación, y éstas pueda comprobarse, se puede optar por una eliminación parcial de la marca. Una vez no exista rastro de ésta, será posible donar los productos con fines sociales.

¿Dónde se destruyen los productos falsificados?

Las falsificaciones pueden destruirse sin necesidad de iniciar un procedimiento judicial contra su importador. Las condiciones y procedimientos que las autoridades aduaneras deben seguir para identificar mercancías y productos sospechosos de vulnerar el derecho a la propiedad intelectual e industrial están incluidas en el Reglamento 608/2013 de la UE.

La destrucción de productos falsificados puede hacerse en la propia aduana (por ejemplo en un puerto, si las instalaciones disponen de maquinaria adaptada, normalmente una trituradora ), o en una planta de tratamiento y gestión de residuos.

En el primer caso es habitual que, tras las destrucción de las falsificaciones, los restos se trasladen a un vertedero público en el que serán quemados. El problema es que al “triturar” en la misma máquina productos de diverso origen (ropa y textil, plásticos, papeles, elementos electrónicos, medicamentos, etc.) se elimina la posibilidad de que los residuos puedan ser reciclados. Aún así, este sistema de destrucción exprés es útil y rápido para la eliminar pequeños envíos de falsificaciones.

En el caso de cargas más grandes, la destrucción de los productos falsificados se delega a una empresa especializada para garantizar la seguridad y optimización de todo el proceso. Éste se realizará bajo criterios de sostenibilidad y confidencialidad, de forma respetuosa con el medioambiente y barajando en todo momento la posibilidad de utilizar los desechos.

¿Cómo es el proceso de destrucción de productos falsificados?

Ante la necesidad de destruir productos falsificados, muchas organizaciones e instituciones apuestan por contratar los servicios de una empresa que se encargará de recoger los productos falsificados en contenedores seguros. Estos contenedores permanecerán custodiados hasta el momento de su destrucción.

Una vez en la planta, y para garantizar la seguridad en el proceso, se separarán aquellos residuos considerados potencialmente peligrosos de los que no lo son, para garantizar su correcto tratamiento. Esta selección la realizarán los propios operarios de la planta, quienes valorarán los materiales que pueden reciclarse. En el caso de tratarse de residuos peligrosos, se les aplicará la normativa correspondiente al respecto.

Una vez realizada la destrucción de productos falsificados, la empresa encargada expenderá un certificado de destrucción segura. Este documento garantiza que el servicio se ha llevado a cabo de forma correcta y ofrece información detallada; especialmente cuando se trata de documentos mercantil, que verifica el cumplimiento de la Ley de Protección de Datos (LOPD). En este certificado encontraremos datos como la fecha de la destrucción, el método empleado para ello, la cantidad de material destruido, o el lugar donde se ha llevado a cabo el proceso.

Si te encuentras ante la situación de tener que recurrir a la destrucción productos falsificados, la mejor opción es contratar a una empresa especializada. Ellos te asesorarán sobre todos los trámites legales que debes cumplir y sobre los organismos a los que debes informar antes de iniciar el proceso. En SMV podemos ayudarte. ¡Contacta con nosotros!