Cuando solicitamos una tarjeta de crédito, los bancos, aseguradoras o comercios nos informan sobre las ventajas de trabajar con este tipo de moneda de plástico, mucho más cómoda y duradera. También sobre algunos riesgos como el pishing o suplantación de identidad, que sigue siendo, a día de hoy, un fraude común asociado a este sistema de pago.

Sin embargo, generalmente, en ese momento no se nos advierte sobre qué hacer cuando nuestra tarjeta caduque o se estropee. Seguramente, alguna vez hemos oído que para destruir las tarjetas de crédito debemos cortarlas en trozos pequeños, seccionando la banda magnética, el chip o cualquier espacio donde aparezcan nuestros datos personales. También es habitual deshacernos de ellas en las trituradoras de papel, invalidando así todos sus componentes.

Pero, ¿son estos métodos efectivos y, sobre todo, respetuosos con el medioambiente? ¿Sabemos  realmente dónde se tiran las tarjetas de crédito? ¿Podemos dejarlas en alguno de los contenedores de residuos urbanos?

Al igual que otros residuos electrónicos, este tipo de tarjetas pueden tener una segunda vida si las reciclamos correctamente. En SMV somos expertos en la gestión de todo tipo de residuos, también materiales como el PVC, que es uno de los componentes principales de las tarjetas de crédito.

En este artículo te contamos todo lo que debes saber sobre dónde tirar tarjetas de crédito.

¿De qué están hechas las tarjetas de crédito?

La mayoría de las tarjetas de crédito, regalo o transporte público están fabricadas con cloruro de polivinilo, más conocido como PVC. El PVC es un polímero obtenido del petróleo que podemos encontrar en algunos envases, en materiales de construcción o en las tuberías de agua.

El PVC es muy resistente y difícil de romper. En el caso de las tarjetas de crédito, otras de sus ventajas son su ligereza o la posibilidad de insertar en él fácilmente chips y bandas magnéticas, además de poder realizar todo tipo de impresiones sobre él (texto, imágenes, etc.).

Sin embargo, el PVC lleva cloro en su composición, por lo que se considera un auténtico «veneno» medioambiental. De hecho, si quemamos una tarjeta de crédito o la tiramos a la basura sin más, permitiremos que esas sustancias organocloradas y extremadamente tóxicas se propaguen por la atmósfera, el suelo, el agua etc.

Otros componentes de las tarjetas de crédito que podemos considerar contaminantes son:

  • Papel tintado. Muchas de nuestras tarjetas de crédito están revestidas por una capa para darle color o aspecto vistoso. En esta capa podemos encontrar tintas, ftalatos y formaldehidos, perjudiciales para el medioambiente.
  • Hierro. En la banda magnética de las tarjetas de crédito se almacena la información del usuario. Esta banda está compuesta, fundamentalmente, por diminutas partículas de hierro que pueden ocasionar daños en el medioambiente.
  • Silicio. Actualmente muchas tarjetas incorporan entre las capas de PVC un Chip EMV. Este pequeño lector, de color dorado, funciona como un sistema operativo mínimo, y su función es facilitar la comunicación entre la tarjeta y el terminal con total seguridad en las transacciones. Este chip está fabricado con silicio, elemento presente en el vidrio.

Tanto el PVC como el hierro o el silicio pueden reutilizarse. Por este motivo,  si tenemos claro dónde tirar las tarjetas de crédito, podremos contribuir a su reciclaje.

Cómo (y dónde) se reciclan las tarjetas de crédito

De forma genérica, el PVC es un material reciclable. El sobrante de la actividad industrial (scrap), puede volver a utilizarse como materia prima para nuevas producciones una vez reciclado. En el caso del PVC de entornos urbanos, los residuos de este material son mínimos, y este suele estar mezclado con otras sustancias. Por eso, muchas veces la opción es tirarlo en el contenedor gris, donde van los residuos no orgánicos y que no podemos reciclar o reutilizar. En este sentido, y ya en el vertedero, el PVC no se descompone, por lo que permanece inerte sin dañar si se destina a rellenos sanitarios.

En cuanto a dónde se tiran las tarjetas de crédito, ninguno de los contenedores de residuos urbanos serían los apropiados para ello. El principal motivo es que, debido a que llevan un procesador (chip),  podrían considerarse residuos electrónicos (RAEE). Por este motivo, la alternativa más «sostenible» para deshacernos de nuestras tarjetas de crédito es llevarlas a los puntos limpios municipales. Otra opción es consultar con tu banco sobre las posibilidades que ellos observan, e incluso dejarlas allí.

Respecto a su reciclaje, y debido a su variedad de componentes, las tarjetas de crédito se desmontan para separar sus componentes y que estos puedan ser reutilizados sin dañar el medioambiente.

La Ley 11/97 de 24 de abril, de envases y residuos de envases recoge todos los aspectos relacionados con el reciclaje de residuos urbanos, siendo el instrumento más útil para saber cómo y dónde se deben depositar todo tipo de residuos, incluso aquellos menos comunes como las tarjetas de crédito o similares.

Si tienes dudas al respecto, también puedes consultar con empresas como SMV. Somos expertos en la gestión de residuos. ¡Consúltanos!